martes, octubre 20, 2009

SÓLO UNOS CUANTOS BOSQUES EN MÉXICO.

Esta primera entrada incluye fotos de algunos bosques como El parque nacional "El Chico" en Hidalgo, el parque Popo-Iztla en el estado de México, El parque de Basaseachi en Chihuahua y al final el Bosque de Chapultepec en el mero D.F.

viernes, julio 03, 2009

San Fernando.


Uno de los lugares más interesantes en el D.F. y de una gran importancia histórica es el antiguo Panteón de San Fernando, aunque desgraciadamente es también uno de los más olvidados. En este panteón, ubicado junto a la iglesia del mismo nombre cerca del metro Hidalgo, se encuentran 8 expresidentes y un número sorprendente de gente importante en la vida política, artística y militar del siglo XIX. Es por eso que el ayuntamiento de la ciudad lo declaró “Panteón de Hombres Ilustres“ en 1860.

Al llegar al lugar donde está dicho panteón, lo que uno encuentra a primera vista es la poca invitadora presencia de una plaza llena de mal vivientes, indigentes y metida en una de las colonias de alto peligro en la ciudad. Sin embargo al ver con mayor atención uno notará un templo de gran porte que es el de "San Fernando Rey" del cual viene el nombre del panteón. Este templo data de los años 1735 y 1755, que marcan la fecha de construcción. Como templo virreynal, no sólo se le dio el uso común de todos los de su especie, sino que también fue centro de capacitación de algunos de los misioneros más sobresalientes como Junípero de Serra quien fuera misionero en la Sierra Gorda de Querétaro.
El panteón no fue parte de la iglesia ni estaba en mente de los fernandinos, quienes estaban a cargo. Todo se dio después de la tremenda epidemia de viruela a fines del siglo XVIII. El atrio paso de ser un centro de culto a un camposanto con tumbas sin nombres ni fechas, pues como los demás panteones ya estaban saturados no quedó otra más que meter cadáveres en este nuevo e improvisado camposanto. Sin embargo, pese a sus inicios tan dados a la suerte, llegó a ser uno de los panteones más solicitados por la crema inata de la sociedad mexicana de principios del siglo XIX, y se convirtió en el panteón más caro y exclusivo de la ciudad hacia 1832.
La historia del panteón por ser parte de esta gran urbe, se achica y crece junto a los estatutos de la ciudad, pasando de unas manos a otras y finalmente al olvido.

Benito Juárez desempeña un papel importante en estos altibajos de su morada final, pues es él quien en 1859 junto con sus Leyes de Reforma proclama la secularización de los templos y cementerios, así que el panteón quedó en manos del gobierno. Pues eso no impidió que fuera muy solicitado al grado que se pensó en agrandarlo, pero una vez más, Don Benito ordena la clausura de todos los cementerios dentro de la ciudad, y como ironía del destino, en este panteón hay muchas, fue él mismo la última persona enterrada en San Fernando en 1872. Sin duda alguna en la tumba más suntuosa de todo el panteón. De mármol se levanta su figura que yace en su lecho de muerte y su cabeza reposa en las piernas de la virgen. Viva alución a "La Piedad".

El futuro del panteón quedó en manos del destino, y aunque hubo planes de destruirlo sobrevivió, aunque sí perdió tamaño. Desde la época de la Revolución estuvo en abandono y aún cuando había sido decretado monumento histórico en 1935, se rodeó de malvivientes, prostitutas, indigentes y drogadictos. Gracias al bicentenario del natalicio de Benito Juárez se le dio importancia de nuevo y el gobierno del D.F. hizo algo para repararlo.
Algunos de los personajes que descansan aquí son, Benito Juárez, Vicente Guerrero, Anastasio Bustamante, José Joaquín de Herrera, Manuel María Lombardini, Martín Carrera, Ignacio Comonfort, Mariano Otero, Francisco Zarco, Miguel Lerdo de Tejada, José María Lafragua, José María Arteaga, Manuel Ruiz y Mariano Riva Palacio, el nieto de la patria y de Vicente Guerrero.



También están como ironía del destino Miguel Miramón y Tomás Mejía, quienes murieran juntos en el "Cerro de las Cruces", Querétaro, al ser fusilados al lado del Emperador Maxi, cuyo mausoleo vacío se encuentra frente al de Don Benito.

La familia Miramón dio el grito en el cielo al saber que Don Benito estaba enterrado ahí, y fue por eso que la viuda de Miramón hizo todo lo posible para que la tumba de su esposo quedara lo más lejos posible de su verdugo.

Por desgracia la mujer de Mejía no corrió con semejante suerte, y de hecho después de la muerte de su marido quedó harto pobre al grado de no contar con qué darle un sepulcro digno a su marido, uno de los más grandes militares de nuestra historia cuyo error fue unirse al bando contrario al de Don Benito. Así que Mejía tuvo que encontrar descanso en la sala de su casa, hasta que el gobierno mexicano puso cartas en el asunto y le dieron santo entierro como a cualquier otro gran mexicano.

Aparte de los conservadores y liberales ya mencionados, también hay algunos militares que por sus actos heróicos fueron sepultados aquí, tales como Santiago Xicoténcatl quien defendió el Castillo de Chapultepec de la invasión americana en 1847, Leandro Valle e Ignacio Zaragoza, (cuyo cuerpo fue finalmente llevado a Puebla), y que lucharon contra la invación francesa.

También hay artistas como Joaquín Ramírez, a quien le debemos la imagen del cura Hidalgo tal y como la conocemos, pues en realidad nadie sabe cómo lucía el padre de la Patria.


El panteón de San Fernando no es sólo un camposanto como cualquier otro, sino es un museo en sí, y es una pena que haya estado a punto de desaparecer. Dentro de sus tumbas se puede apreciar lo más bello del arte funerario, como mariposas que transportan el alma, serpientes enroscadas que muerden su cola como símbolo del cierre de un ciclo, antorchas de cabeza que expresan la luz de la vida que se extingue con la muerte, etc.






Tumbas de estilo gótico, hechas de mármol de Carrara, historias de amor y odio. Dramas de la vida real como el de José María Lafruaga quien después de cortejar a Dolores Escalante por muchos años y finalmente estar listos para unirse en matrimonio, ella muere vícitima de cólera.


Él vivirá 31 años más, para finalmente unírsele en 1875. Lafruaga, político y periodista acaudalado, no reparó en gastos y la tumba de su amada es una de las más bellas y costosas del panteón. Queda la memoria de su romance y la tumba como recuerdo de su desfortunio en cuyo costado lleva grabado el siguiente epitafio:


"Llegaba ya al altar feliz esposa. Allí la hirió la muerte. Aquí reposa".